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Reforma del Estado: La breve historia de un gran acontecimiento

La breve historia de un gran acontecimiento.

(Continua de Primera Nota)

Antes quiero advertir y destacar el error instalado por el periodismo en la situación que presenta el Estado respecto al Mercado y la Sociedad Civil.

En las tres últimas décadas se dió por llamar a los grandes hechos provocados por los dos Estados-Nación de mayor peso en Occidente (trayendo importantes novedades políticas) y a los que denominaron “reformas económicas” o “modelos económicos” . Estos eventos que gestionaron aquellos Paises desde el Poder Político fueron acciones del Estado que tuvieron el objetivo de lograr efectos “deseados” (inclusión social, exterminio de la pobreza, la indigencia, y muchos más por el estilo por solo señalar los confesables) regulando el Mercado mediante su gestión.

Pues bien, el “paquete” del que vamos hablar estuvo mal etiquetado.

Las famosas “Privatizaciones” de las Empresas del Estado, y luego su generalización, no fueron acontecimientos economicos y/o de la economía que el Estado generaba desde el Poder Político, como cuando nos estalla un fenómeno de la naturaleza (alud, terremoto tsunami) y luego enfrentamos las secuelas. Por el contrario fue el Estado que actuando políticamente tomó la decisión y ejecutó salirse del Mercado como Agente (sujeto) económico abandonando el lugar que ocupaba.

Las tan famosas “privatizaciones” fueron actos políticos que produjeron verdaderas reformas en el Estado y fueron en sus causas solo acontecimientos de naturaleza política que tuvieron consecuencias económicas.
En efecto, todo comenzó con un cambio de diseño del Poder Ejecutivo en EEUU e Inglaterra donde arrancaron los procesos de las “Privatizaciones” durante las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, respectivamente. 
Al inicio de las “Privatizaciones” en los líderes del “sistema mundo” y que tenian un gran peso económico, se interpretó que la reforma era de naturaleza e índole económica (autoría de la ideología denominada “neoliberalismo” de la que no se sabe absolutamente nada que no sean extravagantes expresiones de opinadores marginales o descuidados movileros de los medios).

Tampoco parecía sospecharse siquiera, que en realidad se trataba de la ejecución por el mismo Poder Político de una gran decisión política.

Esta ausencia de conocimiento en el diagnostico de la epoca, contenía principalmente un error ontológico que ponía al descubierto la ausencia de Bases de Conocimientos en el razonamiento empleado; y con esa deficiencia, se elaboró el equívoco respaldado por una importante cantidad de información contrarrestada por la insuficiente (casi inexistente) calidad de los datos utilizados.

En realidad, lo que estaba ocurriendo consistía en una importante reforma política con grandes consecuencias económicas, pero su causa era política y consistía en el rediseño de uno de los tres poderes del Estado, quizás el más importante, el Ejecutivo.

Este fenómeno ocurrido en la década del 80 y 90 del Siglo XX, se expandió por la mayoría de los países de occidente.
El errado concepto al que hacemos referencia en relación con estos procesos consistió en incluir esos cambios en la categoría equivocada ya que no fueron reformas económicas como señalaban los medios unanimente. En realidad y casi derechamente, debería haberse observado una reforma político institucional del Poder Ejecutivo, que obligado por la crisis petrolera desatada en el colapso de los 70 que puso al borde del abismo a las “viejas” administraciones de cualquier país central. El Estado Benefactor era inviable por su vulnerabilidad y su fin estaba próximo, casi había empezado a ocurrir. 
A esto debe agregarse que, completando para aclarar la afirmación, el rediseño se materializó con defectos e insuficiencias y las consecuencias se derramaron sobre sus propias sociedades civiles (la de los Países Centrales autores) y se extendieron con aquellas consecuencias a los periféricos y semiperiféricos que se encontraban en el área de influencia directa.
Inmediatamente, en los países periféricos (Iberoamericana y Brasil) surgieron las incorrectas interpretaciones de siempre, diagnósticos falsos con los que se dio fundamento a los pronósticos políticos (análogos a los horóscopos de entretenimientos).
El caso argentino, quizás el más emblemático y singular muestra con inequívoca contundencia este proceso que caracteriza aquellos males de Iberoamérica las décadas antes señaladas.
Argentina en 1983 pone en marcha, con la democracia, la República (gloriosamente recordada cincuenta y tantos años atrás) con el Presidente Alfonsín. Leyendo lo acontecido, abrevio, mostraba un cuadro patético y declinado de las Instituciones que son rescatadas de una playa de chatarras, de un cementerio de maquinaria en desuso (o lugares semejantes) que este Presidente no tuvo más remedio que utilizar para arrancar a la República Argentina y que rigen hasta la fecha.
Por eso viene bien recordar a Octavio Paz (premio Nobel de Literatura) y parafraseándolo decir que Iberoamérica, ese espacio cultural llamado Latinoamérica con territorios plenos de ricos recursos, padece los males que sus pensadores (o ideólogos) han provocado con sus nefastas ideologías, ideas acuñadas con pensamientos intuitivos y mágicos descalzos de todo fundamento científico.
Con excepción de los padres de las patrias latinoamericanas, consagrados próceres y que no fueron más que un puñado de personas, que en aquel periodo fundacional se ocuparon de los procesos independistas para diseñar el desprendimiento de la España colonizadora en el siglo 19 a partir del año 1810.
El diagnostico estaba errado y su principal consecuencia: el pronóstico, también. 
En esa etapa los países centrales sumergidos ya en una crisis económica luego del colapso del Petróleo respondieron con la reforma política del Estado al privatizar las empresas a su cargo. Sin entrar en datos históricos puntuales y anecdóticos (Tacher vendió la Empresa de Correos de Inglaterra a sus empleados en un acto público realizado en el Estadio de futbol de Wembley ocupado por todo el personal de aquella empresa de correos, al simbólico precio de 2, 50 Libras esterlinas) se puede decir, que aquel Estado acosado por el Mercado decidió retirarse a tiempo y para ello hizo una acción de Mercado, vendió sus activos (empresas de transporte, mineras, correos, ferrocarriles, acerías, etc.) liberándose de los objetivos económicos y otrora mal llamados estratégicos por los políticos que resultaban ser, a la postre, los verdaderos dueños del “negocio”. Este proceso mundializado y muy conocido como las “Privatizaciones” todavía pervive y continúa conduciendo, a quién lo adopta como premisa en sus razonamientos, a conclusiones falsas y pronósticos fantásticos, pero nunca reales.
Es cierto que las consecuencias económicas fueron importantes y trascendentes, la más notable fue el crecimiento de los EEUU durante la década de 1990 con la administración Clinton que llegó a niveles jamás registrados por país alguno en la historia de la humanidad. Este dato fue soslayado por los gurús políticos locales que creyeron ver en la emergencia de esas realidades económicas causas económicas por aplicar un razonamiento puramente analógico que por incapacidad critica obtuvieron y agravaron al difundir la conclusión viciada de falsedad.

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*Continua en Tercera Nota….

Ricardo Francisco Ortolá Bosio

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