Necesidad de actualizar y modernizar la República conservando el mecanismo de Independencia y Separación de los Tres Poderes que la componen.
La Independencia de los tres Poderes es central para que exista la República. No vale la pena insistir sobre esto hoy el termino República es igual (=) a Separación del Poder en tres partes “cualitativamente” simétricas.
Para que esa separación resulte fácticamente realizable cada uno de esos Poderes debe poseer: 1) Independencia Económica 2) Independencia Política e 3) Independencia Técnica.
Es preciso recordar, que al concebir el Sistema Político de la República se utilizaron conceptos tomados de Instituciones preexistentes (por ejemplo Rey = a Poder Ejecutivo) o Cortes y Asambleas (para el Poder Legislativo) y así construir el cuerpo de la última versión de la República. Nos referimos a aquellas actividades, que ya desde siglos antes del advenimiento de la República, se venían realizando tanto para la confección de las leyes (incluyendo todos los diseños de las conductas sociales con sus normas) como para el juzgamiento de esos comportamientos humanos.
La diferencia, en una palabra, es que aquellas viejas actividades son “nuevas” en la República vigente porque reemplazan al Rey tomando de su Poder Político Absoluto una porción idéntica atomizando el accionar del Estado Moderno.
Lo expresado, basta y sobra, para aclarar el concepto “independencia judicial”, y esto debería bastar para materializar en la realidad un Poder Judicial equivalente al diseñado en la teoría.
Es indudable que el Poder Legislativo pudo nacer con mayor vigor y la historia de las instituciones muestra como logró desplazar al ejecutivo con famosas Asambleas Constituyentes como ocurrió en Francia en los primeros pasos de la trastabillante República y a los compases de la “marsellesa”.
No fue así con el Judicial, hasta podría recibir el calificativo de “no nato” en algunas Naciones de países que se anotaron como republicanas desde aquellos primeros momentos.
Como podrá comprobarse los equivocados conceptos que se tienen de la República hasta el día de la fecha, cuando con este sustantivo muchas sociedades del mundo se autodenominan mientras que sus sistemas políticos imponen a las sociedades civiles que los integran Estados cuyos mecanismos de funcionamiento son totalmente extraños al sistema republicano.
Por ejemplo la Republica Popular China, la Republica Árabe o mas exagerado aún (una verdadera desinterpretación) la Republica del Islam, sin olvidar la (otrora famosa) URSS, con la “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.
Pues bien, volviendo al punto de interés inicial, podemos afirmar que para que exista la República hay que atomizar el Poder político del Estado en tres partes iguales absolutamente independientes entre sí y cuya actividad funcional está sincronizada, con jerarquía superior, por la CN.
Sin embargo, este claro concepto que se dieron los países que adoptaron la República como Sistema Político, encontraron dificultades para construir en la realidad lo que dice el texto constitucional.
Pero a decir verdad, no se estaba ante defectos o errores de la formula recién creada, sino que las verdaderas limitaciones se encontraban en la ejecución de la idea.
Por dar un ejemplo desde la metáfora digamos que el concepto de automóvil es el mismo en un Ford T que en una Ferrari “Testa Rosa”, pero estos dos son objetos abismalmente diferentes. Creo sin equívocos, que con la República sucede lo mismo, sin olvidar que para llegar a construir una Ferrari hubo que construir primero el Ford T.
Por lo tanto, sin apartarse de la idea inicial y prístina de la República, hoy hay que “actualizar” el diseño de cada uno de los poderes que la conforman. Es más, hay que hacerlo e incorporar la necesidad constante y permanente de seguir haciéndolo, porque la realidad es dinámica y extremadamente flexible, la evolución no repite sus episodios con una rutina previsible y simétrica como las leyes de la física, la historia no tiene leyes de la naturaleza como cree el historicismo.
Durante el Siglo XX, caracterizado por las grandes y más crueles guerras, genocidios, dictaduras y atrocidades inéditas en la historia de la humanidad (1era. Y 2da. Guerras Mundiales, Hitler y el Holocausto Nazi-Judío, el Goulach Ruso, la Revolución Cultural de Mao Tse Tung en China con más de 10 M de muertos, el casi exterminio de Armenia por parte de los Turcos, Vietnam, Corea, Dictaduras Latinoamericanas con la Cuba de Fidel Castro a la cabeza, etc.), y simultáneamente, los grandes descubrimientos en la salud (Tuberculosis, Pasteur, los Antibióticos, Tecnología de Diagnósticos preventivos con la Cibernética, el ADN y sus fuertes efectos en la Genética, las Comunicaciones inalámbricas electrónicas, el espacio virtual abierto con Internet y la Economía en Tiempo Real generando la Acumulación exponencialmente, a la que se agrega la acumulación de conocimientos inéditas en la historia del hombre y sus consecuencia jamás imaginadas) abreviando, la historia del hombre en el Siglo XXI transcurre ya, en el escenario denominado: la Sociedad del Conocimiento.
Los grandes acontecimientos señalados antes y brevemente, empezando por los negativos, crearon una gran demanda de importantes (cuantitativa y cualitativamente) gestiones de los Estados, tanto interna (ámbito nacional) como externamente (ámbito internacional), actos y acciones que se realizaron (y todavía así funciona) mediante las Instituciones que los forman, y que generalmente se denominan Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Paralelamente se pueden observar los hechos positivos, generados por la Ciencia y su aplicación a escala de Mercado (por ejemplo el viaje a la luna), aportaron valor al proceso de Acumulación que convirtió al conocimiento como un factor estratégico en la generación de riquezas, caracterizó la emergencia de la Sociedad del Conocimiento y con tal característica (el conocimiento y la información) quedó inaugurada y fundada una nueva era en la historia del hombre cuyo paradigma funcional está haciéndose. Como bien señala Boaventura de Souza Santos, este Paradigma del “sistema mundo” en parte no se ve porque no existe y en parte no se ve porque estamos ciegos a la novedad, no sabemos cómo verlo. Es más, no se tiene certeza si habrá paradigma de ahora en adelante.
En semejante escenario, que caracterizó al Siglo XX, hay un fenomenal progreso en el diseño civilizado del “sistema mundo” que relaciona a la humanidad en ese tan particular modo de redes. Sus perfiles y contornos no se presentan con la precisión exacta que permita una descripción de alta definición, pero no se puede dudar de su magnitud. Al mismo tiempo, se puede verificar el es muy pequeño el progreso de los sistemas políticos que conforman (morfológicamente) el mecanismo de funcionamiento de los Estados lo que puede observarse con gran nitidez e inequívocamente en la calidad de las Instituciones que lo componen organizacionalmente (por ejemplo Venezuela con Chávez, Bolivia con Evo Morales, Argentina con “los Kirchner” y España con el “Rey” Juan Carlos Borbón).
Aquellos simples y categóricos datos enumerados arriba, sin necesidad de razonar, son suficientes para acreditar el rezago que viene padeciendo el Estado y sus Instituciones clásicamente emblemáticas que son los Poderes que lo constituyen. Es palmaria la necesidad del rediseño de los mismos, pero claro, es necesario además, plantearse esa tarea conforme a las necesidades reales que exigen las circunstancias. Esto equivale a decir que el diagnostico debe ser “casi” perfecto.
En el caso del Poder Judicial la situación es sumamente grave porque además de tener una Justicia de calidad inferior su insuficiencia impide el funcionamiento de la República, por lo que tenemos un doble mal.
Es cierto y no cabe duda que la actualización deba hacerse en los tres poderes porque su calidad debe ser homogénea.
CONTINUA EN SEGUNDA NOTA…
Ricardo Francisco Ortolá Bosio
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